miércoles, 8 de abril de 2009

SOMOS SERES SINTIENTES Y PENSANTES

Ordenando mis “fichas electrónicas”, me encontré por azar con mis notas sobre dos libros que en principio no les vi ninguna relación: Notas Autobiográficas de Albert Einstein (1) y Hacia la paz interior del Dalai Lama (2). Pero chequeando dichos apuntes, me percaté que ambos autores habían utilizado una palabra que llamó mi atención: sintiente. Veamos la cita de Einstein:

“Siendo todavía un joven bastante precoz adquirí ya viva conciencia de la futilidad de las ansias y esperanzas que atosigan sin tregua a la mayoría de los hombres por la vida. Desde muy pronto vi también la crueldad de este acoso, crueldad que por aquellos años se ocultaba mucho mejor que hoy bajo la hipocresía y las palabras deslumbrantes. La existencia del estómago condenaba a cada cual a participar en ese ejercicio; pero aunque esta participación podía colmar el estómago, no podía satisfacer al hombre como ser pensante y sentiente” (sic) (Pág. 10) (3).

Ahora veamos al Dalai Lama. En la página 186 de la obra ya mencionada, nos informan que un participante le preguntó: “... un ingeniero budista escribió recientemente un libro en el que decía que un robot o un ordenador podrían tener una naturaleza búdica, ¿está usted de acuerdo?”. El Dalai Lama, le respondió: “...la naturaleza búdica se describe únicamente en cuanto a los seres sintientes”.

Es un lugar común afirmar que somos seres pensantes. Si bien es cierto que el homo sapiens tiene la capacidad de pensar, afirmar que todos somos seres pensantes, es una generalización errónea visible a cada momento. Pero para efectos de este artículo, me quedaré con la definición que me enseñaron en quinto de secundaria: “el hombre es un animal racional”. Bueno, en cuanto a lo de animal, estoy de acuerdo, pero aquello de racional... si fuese así, el mundo no estaría como está.

Pero estoy seguro que pocas veces habrán leído o escuchado decir que los humanos somos seres sintientes. Mis alumnos de los cursos de Psicología y Literatura y de Inteligencia Emocional, se quedan mirándome cuando les digo que escriban sus “sentipensamientos” respecto a una obra literaria.
-¿Sentí... qué? – Me preguntan intrigados.
-Sus sentimientos y sus pensamientos –les respondo. Escriban lo que sientan y lo que piensan cuando lean la obra que tienen entre manos.

A la mayoría de los alumnos les resulta más fácil escribir lo que piensan de la obra; pero no lo que sienten, les resulta difícil y en no pocos casos, algunos nada escriben.

Para explicar esta conducta, utilizaré unas notas que me alcanzó el doctor Marco Aurelio Denegri: “el cerebro izquierdo es la craneoteca analítico conceptual al paso que el derecho es el cerebro de la poesía y además el que controla el canto y la capacidad musical (...) El cerebro derecho es sensacional, ya que no puede tener pensamientos ni conocimientos, solo sensaciones; y le encantan las sensaciones sensacionales, es decir, deslumbrantes y estupendas; o sea que le encanta el sensacionalismo. Del cerebro derecho podríamos decir, como dijo Rubén Darío, a diferente propósito, en Cantos de vida y esperanza, que es sentimental, sensible y sensitivo” (4).

En otro aparte, el Dr. Denegri afirma: “Ambos cerebros, sin embargo, se complementan; son asimétrico-complementarios; cada uno se ha especializado en determinadas cosas, pero trabaja al alimón con el otro. El filósofo Kant ya había dicho y con razón, que las intuiciones, por sí solas, no nos sirven; necesitamos conceptualizarlas y expresarlas verbalmente. Conceptuación y expresión verbal son propias del cerebro izquierdo, pero referidas a un fenómeno del cerebro derecho, la intuición” (4).

¿En donde fallan nuestros programas educativos? En que se privilegia el hemisferio izquierdo y se deja de lado el entrenamiento del hemisferio derecho. Hacemos casi casi, una educación hemipléjica. Esto ya lo había advertido Einstein hace décadas:

“No basta con enseñar a un hombre una especialidad; aunque esto pueda convertirlo en una especie de máquina útil, no tendrá una personalidad armoniosamente desarrollada. Es esencial que el estudiante adquiera una comprensión de los valores y una profunda afinidad hacia ellos. Debe adquirir un vigoroso sentimiento de lo bello y de lo moralmente bueno. De otro modo, con la especialización de sus conocimientos más parecerá un perro bien adiestrado que una persona armoniosamente desarrollada. Debe aprender a comprender las motivaciones de los seres humanos, sus ilusiones y sus sufrimientos, para lograr una relación adecuada con su prójimo y con la comunidad”.

A quienes deseen informarse con mayor amplitud sobre el tema, les sugiero leer mi libro ¿Padres problema o hijos problema? (5).

Concluyendo: luego de la lectura de este artículo, espero que jamás olviden que somos seres pensantes y sintientes; y por ello debemos preocuparnos por desarrollar nuestros Cociente Intelectual (CI) y Cociente Emocional (CE). No hacerlo podría orientarnos a vivir con la mitad de nuestros cerebros, con todas las consecuencias negativas que la vida diaria nos demuestra.

(1) Albert Einstein. Notas autobiográficas. Alianza Editorial: Madrid, 1986.
(2) Dalai Lama. Hacia la paz interior. RBA Coleccionables S.A: Navarra, 2002.
(3) No se dice “sentiente”, como equivocadamente escribe la importante Alianza Editorial española. Hablé al respecto con mi dilecto amigo y maestro el Doctor Marco Aurelio Denegri y él me informó que lo correcto es “sintiente”. De igual forma decimos: servir- sirviente, hervir-hirviente.
(4) Marco Aurelio Denegri. Notas utilizadas usadas en su programa televisivo del Canal 14, “A solas con Marco Aurelio Denegri”, el 25 de agosto de 1998.
(5) Bernardo Ahlborn III. ¿Padres problema o hijos problema? Editorial San Marcos: Lima, 2008.